una historia sobre nada

tengo la boca llena de silencio, fue lo ultimo que oi decirte, las mañanas tienen un poco de tenebrosas desde ese dia, aunque siendo sinceros el cafe siempre les da un toque añejo que me ayuda a soportarlas y amarlas. Lo que dejaste sobre la mesita de noche, antes de salir huyendo de mi vida, me mira todas las noches, y no he tenido la fuerza de quitarlo de ahi, de esconderlo en el cajon, de taparlo aunque sea con esa taza de cafe.
Creo que desde ese dia llueve todos los dias en la puerta de mi casa, donde se pasean algunos fantasmas cansados, viejos, de esos que ya no espantan, si no se vuelven una mancha peregne, como las que la abuela tanto trataba de borrar de la memoria de la pared.
Uno de esos fantasmas me pidio una choca ayer, para seguirse exorcizando con alcohol una pena similar, o talvez un golpe que se atravezo frente a su cara, uno de esos que da la vida, en plena nariz, cortandote la respiracion, dejandote jadeante, tirado en el piso, suspirando alientos aunque sea ajeno para no morir en el intento de levantarse, el piso estaba frio segun me dijo, y me volvio a preguntar por su choca.
sono el telefono, con su sonido ese a diez años antes, a casa añeja, y seguramente era solo para darme alguan mala noticia, o pedirme dinero, o alguna de esas cosas que la vida hace mal, cuando regresaba a la casa, ya tenia una choca de menos, no pude dejar al fantasma sin exorsismo.
Me tire al sillon, talvez es lo unico que hago bien ultimamente, el reloj se oia a lo lejos, y no podia dejar de ver eso, creo que lo tirare ya con todo y mesa de noche, me llenare yo tambien la boca de silencio, y el recuerdo lo encerrare, lo tirare a patadas. Me tapo de nuevo la cara con mi almohada y despierto del sueño, estoy en mi cama, y se que no estoy viendo esa mesa de noche, porque hace mas de unos años, que la tire por la ventana.