sin titulo aun
Regalaba sonrisas en una esquina, la noche anterior a su niño interior le presto sus lápices de colores y le puso una tarea, dejar la computadora y dibujar tantas sonrisas como pudiera. La idea le había surgido de esas situaciones que veía todos los días, gente paranoica en cada carro, llantos, gritos, todos y cada uno, se encontraban por montones en todas las esquinas, y la ciudad estaba mas gris.
Se sintió preocupado por que un atardecer lo vio en blanco y negro, y pensó que estaba alucinando pero al ver a su alrededor y ver que ninguno miraban al cielo, no tuvo como corroborar. Trato de acercarse a un tipo que iba caminando pausadamente con una de esas gabardinas que poco se miraban por estos lugares, un sombrero tapando la mitad de su cara y una sonrisa que podía confundirse con cualquier cosa. El personaje lo esquivo, y cuando trato de acercársele otra vez, su cara cambio de repente, la mueca que le hizo, causo un miedo repentino en su interior, y salio corriendo de ahí.
Su niño interior había un trabajo excepcional, todas las sonrisas eran diferentes, y tenia mas de un ciento, todas listas para regalarse. No quería recibir nada a cambio, igual no podía hacerlo todo el día, tenia que trabajar, y en la oficina lo miraban raro, “ahí viene ese que se ríe solo” decían, pero todos lo hacían mirando al suelo, así como ese tipo de gente que no hace nada mas que criticar y no pueden verte jamás a los ojos. Nunca fue de muchas palabras, y se escondía detrás de su computadora, ese día con el paquete de sonrisas, seguía viendo tras la ventana, a veces soñando despierto, pero siempre tenia ese cielo en blanco y negro, que le estaba empezando a pesar, la falta de azul o de atardeceres con degrades perfectos, le había empezado a hacer que el cuello llevara su cabeza a mirar directamente al suelo.
(continuara)
Se sintió preocupado por que un atardecer lo vio en blanco y negro, y pensó que estaba alucinando pero al ver a su alrededor y ver que ninguno miraban al cielo, no tuvo como corroborar. Trato de acercarse a un tipo que iba caminando pausadamente con una de esas gabardinas que poco se miraban por estos lugares, un sombrero tapando la mitad de su cara y una sonrisa que podía confundirse con cualquier cosa. El personaje lo esquivo, y cuando trato de acercársele otra vez, su cara cambio de repente, la mueca que le hizo, causo un miedo repentino en su interior, y salio corriendo de ahí.
Su niño interior había un trabajo excepcional, todas las sonrisas eran diferentes, y tenia mas de un ciento, todas listas para regalarse. No quería recibir nada a cambio, igual no podía hacerlo todo el día, tenia que trabajar, y en la oficina lo miraban raro, “ahí viene ese que se ríe solo” decían, pero todos lo hacían mirando al suelo, así como ese tipo de gente que no hace nada mas que criticar y no pueden verte jamás a los ojos. Nunca fue de muchas palabras, y se escondía detrás de su computadora, ese día con el paquete de sonrisas, seguía viendo tras la ventana, a veces soñando despierto, pero siempre tenia ese cielo en blanco y negro, que le estaba empezando a pesar, la falta de azul o de atardeceres con degrades perfectos, le había empezado a hacer que el cuello llevara su cabeza a mirar directamente al suelo.
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